…”en todas
las formas de arrepentimiento por las culpas del pasado, y en cada uno de los
gestos conectados con ellas, la Iglesia se dirige, ante todo, a Dios y tiende
a glorificarlo a Él y su misericordia. Precisamente así sabe que celebra
también la dignidad de la persona humana llamada a la plenitud de la vida en
la alianza fiel con el Dios vivo: «La gloria de Dios es el hombre viviente,
la vida del hombre es la visión de Dios» 99. Actuando de este
modo, la Iglesia da testimonio también de su confianza en la fuerza de la
Verdad que hace libres (cf. Jn 8,32): «su petición de perdón no debe ser
entendida como ostentación de humildad ficticia, ni como retractación de su
historia bimilenaria, ciertamente rica en méritos en el terreno de la
caridad, de la cultura y de la santidad. Responde más bien a una exigencia de
verdad irrenunciable, que, junto a los aspectos positivos, reconoce los
límites y las debilidades humanas de las sucesivas generaciones de discípulos
de Cristo» 100. La Verdad reconocida es fuente de
reconciliación y de paz porque, como afirma el mismo Papa, «el amor de la
verdad, buscada con humildad, es uno de los grandes valores capaces de reunir
a los hombres de hoy a través de las diversas culturas» 101.
También por su responsabilidad hacia la verdad la Iglesia «no puede atravesar
el umbral del nuevo milenio sin animar a sus hijos a purificarse, en el
arrepentimiento, de errores, infidelidades, incoherencias y lentitudes.
Reconocer los fracasos de ayer es un acto de lealtad y de valentía» 102.
Ello abre para todos un mañana nuevo”.
Fuente: COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL
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martes, 2 de mayo de 2017
LA IGLESIA Y LAS CULPAS DEL PASADO.
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